Pierdes y pierden.

Hay veces que el camino se tuerce, que pierdes a personas que no querías por cosas que en su momento creías importantes y que resultaron ser una estupidez.

Otras veces son en las que esa persona especial que puede hacerte olvidar todo no se arriesgue porque prefiera cambiar y cambiar y reservarte para lo último.

Puedo ser buena, pero no tonta. Puede haber una persona especial, pero no esperarla toda la vida hasta que se canse de las demás y me busque para sentir algo más fuerte.

Voy a vivir mi vida, día a día, disfrutando de cada milésima de segundo, haciendo lo que me da la real gana, porque al fin y al cabo es mi vida, ¿no?

Yo habré perdido a personas, pero lo mismo que unas se me van, yo también puedo y sé irme.

Mi único error fue no querer demasiado a personas que lo daban todo por mí y querer bastante a personas que dan una de cal y otra de arena.

Nuestras dos caras.

Como le dijo Hamlet a Ofelia: "Dios te ha creado un rostro y tú intentas ponerte otro".

La lucha entre esas dos caras de tu identidad, entre quienes somos y quienes fingimos ser.

Es una guerra que nadie gana.

Promesa.

Te prometo no cantar

cuando llegue a tu ventana;

porque no digas mañana

que te vine a despertar.

Prefiero poder soñar

que tú soñaste conmigo,

con la noche por testigo,

y que me empiezas a amar.

Compañera de mi prado,

cuando corre primavera.

Yo quiero estar a tu lado

porque seas la primera,

que me vea enamorado.

Verde y blanca margarita,

con tallo verde en el suelo;

y tu hoja blanca, chiquita,

que tira risas al cielo.

Vivo loco, enamorado.

Y deshojo margaritas

al pasear por el prado

de los sueños en que habitas.

¡Margarita, chiquitita!

¿Jugamos al sí y al no?

Si me quieres, margarita,

prometo quererte yo.

La mayor arma contra nosotros.

La mayor arma que alguien puede usar contra nosotros es nuestra propia mente. Aprovechándose de las dudas e incertidumbres que ya acechaban ahí. ¿Somos fieles a nosotros mismos? ¿O vivimos por las expectativas de los demás? Y si somos abiertos y honestos… ¿podemos ser amados? ¿Podemos encontrar el valor para liberar nuestros secretos más profundos? O al final, ¿somos todos desconocidos, incluso para nosotros mismos?

Oscuridad.

La oscuridad nos da miedo.

Anhelamos el consuelo de la luz que proporciona forma y color permitiendonoos reconocer y admitir lo que tenemos delante.

Pero, ¿qué es lo que nos asusta en realidad?

No es la oscuridad en sí, sino la verdad que sabemos que oculta.

Lección aprendida.

Me he dado cuenta en estos días que no hay que estar mal por nadie, que nunca hay que borrar esa sonrisa de la cara.

Que si no te quieren ya te querrán, pero que no debemos depender de si alguien nos quiere o no. Que cuando algo sale mal es porque se aproxima algo mejor.

He aprendido que hay que esperar y no buscar algo, pero sobre todo, he aprendido a ser más fuerte y a no dejar que nada me afecte.